[-42] CALCULADORA GLUTEN FREE
Una de las cosas que más me llamaba la atención de mi padre cuando era pequeña era verlo teclear a toda velocidad, sin mirar la pantalla, con el ceño fruncido de concentración y sus enormes gafas noventeras cubriéndole un tercio de la cara. En ese momento yo daba por hecho que mi padre siempre había sido así: <<padre>>, adulto, preparado para hacer cualquier cosa. Pero la verdad es que detrás de esa velocidad endemoniada a la hora de hacer cualquier gestión había montones de ensayos y errores, y, con toda seguridad, decenas de hojas llenas de:
asdfg asdfg asdfg asdfg asdfg asdfg
ñlkjh ñlkjh ñlkjh ñlkjh ñlkjh, ñlkjh, ñlkjh
Y, claro, cuentas, papeles...
<<Los números de la casa>> como me resumía en una frase.
La generación de mi padre, que ahora mismo ronda los sesenta años, aprendió mecanografía con una máquina de escribir (en cierto modo, le veo mucho más mérito aprender a escribir así que directamente en un ordenador o una tablet). Pertenece a un tiempo en el que para redactar cualquier documento era necesario aporrear bien las teclas, <<sudar la gota gorda>> que diríamos.
Por otra parte, mi padre dominaba con la misma fluidez algo que para mí era el invento definitivo después de la nintendo y la cinta de VHS: la calculadora.
Hoy en día, la máquina de escribir ha quedado obsoleta y ha pasado a ser un trasto viejo o, en el mejor de los casos, un objeto de decorativo con un toque <<vintage>>. Por su parte, la calculadora, quitando determinados trabajos, ha sido sustituida por una hoja de Excel o, directamente, por la <<app>> del móvil o por cualquier otro programa informático equivalente.
Por varios motivos, desde que vivo aquí muchas veces me acuerdo de la calculadora familiar. Al contrario que en España, siempre que entro en cualquier supermercado de Sassari saco el teléfono y miro la mía. El motivo es fácil de imaginar: aquí la vida es más cara y llevo las cuentas como buenamente puedo.
No he tenido ocasión de informarme con datos verídicos y actualizados del precio medio de la vivienda en Italia. La situación de mi ciudad la conozco un poco mejor a través de mi experiencia y de conversaciones con otros residentes esporádicos, pero tampoco sé demasiado. En Sassari los alquileres de pisos a estudiantes rondan los 200€ (más gastos), precio no excesivamente caro para tratarse de Italia insular. A pesar de esta referencia, tampoco me atrevo a dar cifras sobre el valor de una vivienda, pero me consta lo caro que puede llegar a salir (y más si te hipotecas). De hecho, Cerdeña ostenta el título de lugar de Europa donde se encuentra el metro cuadrado más caro. En la localidad costera de Porto Cervo, en 2013 el metro cuadrado alcanzó la cifra de 300.000 euros (!!!).
Casi nada.
A este disparate podríamos sumarle otros, como por ejemplo la venta la isla de Budelli, en la misma región de Cerdeña, por 4,5 millones de euros.
Obviamente, estos son dos ejemplos extremos y no deben alarmar a nadie que piense que cobrar una semana antes todos los meses le vendría como agua de mayo.
En cambio, lo que sí me quita el sueño es el día a día. Descendiendo a niveles de la economía más inmediatos, doméstica si se quiere ver así, el contraste también se nota. O, mejor dicho, lo noto.
Mi cesta de la compra o <<carrello de la spesa>> tiene telarañas, una rueda rota y hasta un coro de grillos. Me privo de ciertas cosas mientras que abuso de otras que siendo procesadas y llevando más envases, plásticos y elementos poco sanos en su composición, resultan más asequibles para la mayoría de consumidores. Esta incomodidad se multiplica por un inconveniente personal: soy celiaca (a falta de conocer el resultado de la última prueba que me hice antes de volar aquí).

[arriba] Cosas de la vida (Fuente: https://www.google.it/search?q=celiaqu%C3%ADa+italia&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjbrs7M0LPXAhVQJVAKHW3yCXgQ_AUICigB&biw=1821&bih=882#imgrc=wW5q-6tEaiVr9M).
Debo decir que cuando eres celiaco -o te están diagnosticando- pasas mucho tiempo haciendo la compra. Y cuando digo <<mucho>> es <<mucho>>. Te conviertes en un maníaco del etiquetado de los alimentos. Llegas a un punto en el que desarrollas una especie de detector de frases tipo <<puede contener trazas de huevo, soja, gluten, frutos secos y otros derivados>> o de la lapidaria <<contiene gluten>>. Al mismo tiempo, la temida <<contaminación cruzada>> deja de ser un misterio para ti.
En España todo esto hace tiempo que dejó pillarme por sorpresa y salvo raras excepciones estoy bastante entrenada. Pero aquí, en un país distinto, y con mi salario-beca, no resulta tan sencillo encontrar el equilibrio precio-calidad. No estoy acostumbrada a las marcas y, claro, a pagar tanto (¡ojo!, no paso hambre, sólo cambio las prioridades).
Para quien no lo sepa, la celiaquía es una enfermedad autoinmune por la cual el organismo reacciona de forma adversa cuando se ingiere gluten. El gluten es una proteína que está presente en trigo, avena, centeno, cebada y, en general, en la mayoría de cereales panificables que se comercializan. No es mortal, ni contagiosa, pero causa diversos tipos de malestar que van desde leves indisposiciones a molestias graves (aunque la sintomatología es bastante amplia). Como sabéis, en España la Agencia Estatal De Administración Tributaria grava con un IVA superreducido del 4% los productos de primera necesidad (entre los que se encuentra el pan) frente al 21% generalizado desde el 1 de septiembre de 2012. Hasta aquí podríamos pensar que ser celiaco no es tan molesto como lo pintan. El problema viene cuando una parte de los productos <<gluten free>> se considera productos de dietética (no de primera necesidad) y, claro, se gravan con el impuesto reducido del 8% y no con del 4% como podríamos deducir de la compra de la típica barra de pan.
La diferencia no es muy grande pero...¿qué pasa cuando te toca llenar el carro de la compra?
Ya os podéis imaginar: sale más caro.
Bastante-más-caro.
Desde hace un tiempo, y gracias a una iniciativa popular que elevó al unísono una queja, el Ministerio de Hacienda aplicó el IVA reducido y dictó una resolución favorable para el colectivo celiaco por la cual se aplicaba el IVA superreducido. El problema, a día de hoy, es que esa ley no contemplaba -ni contempla- todos los productos básicos para el celiaco, sólo una parte muy limitada.
Alguno podrá pensar, una vez más, que esto no es para tanto, pero os puedo asegurar que a largo plazo se nota. La normativa no avanza a la misma velocidad que las exigencias del consumidor y tiende estancarse en periodos relativamente cortos al mismo tiempo que otros productos libres de gluten pero adulterados de azúcar y grasas se hacen un hueco en el mercado.
En Italia, un país con 180.000 personas celiacas, la situación con los productos <<gluten free>> es similar, pero a diferencia de España existe un colchón económico (y si existe en España quedaré agradecida si alguien me informa sobre ello). La ley 123 del 4 de julio de 2005, publicada en la G.U. 7 de julio 2005 n. 156 garantiza la protección de toda aquella persona celiaca y le reconoce una serie de derechos entre los que se encuentra la entrega gratuita de alimentos aptos para su consumo (<<tetto di spesa>>). A raíz de este precepto se han fijado normas que establecen un tope en el precio total de la compra de estos alimentos en función de la franja de edad en la que se adscribe el consumidor, su sexo y la región donde habita. La media oscila de 45€ para la franja de edad 6 meses a 1 año a 120 euros para los adultos (aproximadamente). La ayuda cambia de hombres respecto a mujeres porque se calcula en función del gasto calórico medio. Me han comentado que los precios nacionales de la compra no son los mismos de un lugar a otro. Por ejemplo, un habitante del Trentino pagará una cantidad diferente a la de un ciudadano de la Umbria, de la Toscana o del sur del Italia. Cerdeña no es una excepción a la norma.
La adquisición de los productos sin gluten se hace mensualmente en la farmacia por receta médica por valor de la tasa fijada. En Cerdeña los precios son los siguientes:

[arriba] Distribución de productos para celiacos en Cerdeña. (fuente: https://www.celiachia.sardegna.it/srd1.asp?idcat=9&offset=6).
¿Pero qué sucede a veces? Algo natural: sobra comida. Sobra porque los productos recetados que se recogen son los básicos (pan, pasta y galletas) y comer siempre lo mismo, además se suponer escasa o nula novedad en la dieta, aburre (y más si te puedes permitir otros productos <<gluten free>> del supermercado).
Así, entre unas y otras cosas, me toca hacer la compra con la calculadora delante y con unas gafas que también me tapan un tercio de la cara (de tal palo...).
Con todo, de vez en cuando también se producen imprevistos buenos (se llaman sorpresas). :)
El otro día Iulia, la camarera de la cafetería donde hago el descanso, me regaló una bolsa preciosa llena de <<prodotti senza glutine>>.

[arriba] Cortesía del gobierno italiano.
¿De dónde los había sacado? Sencillo: ella también tiene el mismo problema que yo, pero juega con la ventaja de tener el descuento por ser ciudadana italiana diagnosticada de celiaquía.
Lo he comentado en muchas ocasiones. Cerdeña es la isla de la gente amable. He hecho cálculos y el precio de todo lo que veis en la bolsa ronda los 30€. No puedo estar más contenta.
Comparto parcialmente aquello de <<si quieres cambiar el mundo empieza por ti mismo>> por varios motivos, pero a la vez creo que cualquier empeño individual no sirve de nada si detrás no hay una consciencia colectiva y una voluntad deliberada de cambio. Para hacer este post me he documentado en foros y he leído quejas elevadas por las asociaciones de consumidores y colectivos celiacos. Me he empapado de la situación actual y, la verdad, me he sentido muy bien después de saber que el cambio de IVA en mi país se hizo porque alguien en su sano juicio sabía que un esfuerzo común bien organizado y dirigido podía modificar una la ley que discriminaba a una parte de la población. Y funcionó...con todos sus aspectos mejorables, pero lo hizo. Por otra parte, el pequeño gesto de Iulia también me ha ayudado a comprender que todas las personas tenemos <<nuestras cosas no tan nuestras>> y que la empatía, aunque no las arregle, ayuda a verlas de otra manera (y sin necesidad de sacar la calculadora). ;)
Para escribir este post he consultado las siguientes webs:
https://www.elmundo.es/elmundo/2013/04/26/suvivienda/1366962124.html
https://www.singlutenismo.com/noticias/iva-del-pan-y-las-harinas-sin-gluten/
https://www.freesenzaglutine.it/news/prezzi-dei-prodotti-senza-glutine-perche-fare-la-spesa-costa-cosi-tanto/?refresh_ce-cp
https://www.celiachia.it/home/HomePage.aspx
Aprovecho para agradecer a Iulia (<<Il Portico>>) el regalo. Grazie mille, cara!
[-42 ó 10 de noviembre de 2017].