[-61] ESMERALDA
Uno
de los puntos fuertes de la oferta turística de Cerdeña es, sin duda, la
llamada <<Costa Smeralda>>, la franja costera de unos 55km que se
extiende en el extremo norte de la geografía sarda y que ocupa una parte importante
del paisaje marítimo de la región. De entre todos los destinos que ofrece Italia, es uno de los más solicitados y os puedo asegurar que cuando estás en
alguna de sus playas de arena blanca automáticamente entiendes por qué la isla se ha ganado el título de <<la perla del mediterráneo>>.
El sábado pasado decidí visitar Porto Torres, un municipio costero vecino a Sassari situado en el golfo de la Asinara, la principal parada en la ruta de los cruceros de la Cerdeña noroccidental . La verdad es que desde que llegué aquí hace un mes, viajar, por paradójico que pueda parecer, no ha estado en mi lista de prioridades. El período de adaptación a la ciudad, el cambio de piso, la barrera del idioma y, principalmente, la tesis, apenas me han dejado tiempo para explorar la zona (y cuando lo tenía estaba tan cansada que prefería quedarme en casa hablando con mis compañeros, leyendo o escribiendo).

[arriba] Uno de los espigones cercanos al puerto/zona de recepción de cruceros.
Pero el sábado fue diferente. Empujada por la necesidad de desconectar y sin más peso extra que una pequeña bolsa de tela y una sudadera cómoda, me dirigí a la estación de autobuses decidida a conocer Porto Torres, un pueblo costero cercano a Sassari. En apenas veinte minutos estaba en mi destino y una preciosa franja azul en el horizonte me daba la bienvenida (a mí y a todos los viajeros del autobús en el que, por cierto, no cabía ni un alfiler). Nada más llegar, el <<efecto mar>> fue inmediato: pasé de un estado de apatía total a sentirme bien, relajada, libre de angustias y preocupaciones. En cierto modo, correr, escribir y ver el mar -que no nadar- son tres cosas que para mí tienen un papel casi terapéutico. Además, el día acompañó de principio a fin (nada que ver con el mal tiempo que hizo el domingo).
Porto Torres, como decía, es un pequeño núcleo fundamentalmente marinero e industrial - actualmente más lo segundo que lo primero- situado en la misma provincia de Sassari. Es famoso por ser un punto de recepción de cruceros que acuden desde todos los puntos del mediterráneo y por albergar una importante zona arqueológica de época antigua: la ciudad romana de <<Turris Libisonis>>, en el área conocida como <<Palazzo di Re Barbaro>>. Mosaicos funerarios, sarcófagos, restos de tres complejos termales y varios tramos de trazado urbano prácticamente intactos lo convierten un lugar con un valor histórico inigualable. A su vez, los materiales conservados y expuestos en el <<Museo Archeologico Nazionale Antiquarium Turritano>>, así como la posibilidad de contratar una visita guiada, convierten la visita en un aliciente para el perfil de turista que desembarca desde Barcelona pensando que sólo va a ver playas.
La visita guiada -que, además, me salió gratis por tener el título de arqueología profesional- me encantó. Durante una hora recorrimos todos los ambientes musealizados. Además, la mujer que nos explicó el yacimiento nos reservó una sorpresa para el final: no era una guía...era la vigilante de seguridad del yacimiento. Eso sí, demostró tener un conocimiento exhaustivo del tema...supongo que antes había recibido una formación mínima.

[arriba] Restos de uno de los tres complejos termales. A ambos lados se conservan los restos del <<frigidarium>>, el ambiente frío de las termas que precedía al <<tepidarium>> (ambiente templado) y al <<caldarium>> (baño caliente).
Por otro lado, en el mismo puerto, muy modificada por las continuas reparaciones, se encuentra la llamada <<Torre di aragonesi>>. Como comenté en el post de los dialectos [día-84] la isla estuvo bajo la órbita política de la Corona catalano-aragonesa desde el 1323-1326, momento el que recibe influencias a todos los niveles y se convierte en un bastión en el mediterráneo con un valor geoestratégico indiscutible. En este contexto, se inicia la construcción en varios puntos de la isla de torres vigía edificadas primero bajo el citado dominio (de hecho, la <<Torre Aragonese>> se erige en el 1323 para proteger el centro del poblamiento, que entonces se hallaba en la zona de Monte Agellu). Su planta es octogonal y actualmente se compone de tres pisos. En su origen fue concebida para llevar a cabo la recaudación de impuestos, pero su función ha mutado a lo largo del tiempo. En el siglo XVI tuvo una función defensiva contra los ataques berberiscos, mientras que el XVIII asumió el rol de inspección de las naves para evitar el contagio de la peste. Ya en el siglo XX fue transformada en faro. Por desgracia cuando fui estaba cerrada.
Otro lugar que da fama a Porto Torres es la Basílica de San Gavino erigida en torno al siglo XI sobre los restos de una antigua necrópolis o cementerio. Se halla integrada dentro del propio núcleo urbano y supone uno de los vestigios de época medieval más importantes de la isla y el testimonio de arquitectura románica más grande que se conserva en toda la región. Entre sus elementos decorativos más característicos se encuentran veintidós columnas romanas reaprovechadas de la antigua fundación (porque si algo nos enseña la arqueología es que no se tira nada) y varios altares dedicados a los mártires locales Gavino, Proto y Gianuario, decapitados en <<Turris Libissonis>> hacia el año 303 d.C. La plaza donde está este templo es realmente bonita y pasé un buen rato disfrutando del sol y leyendo los folletos informativos que había cogido en el museo.
Junto a la visita cultural, Porto Torres también tiene una oferta de calas y playas excelente como por ejemplo <<l´isola d´Asinara>> (literalmente, <<la isla de los burros>>), antigua prisión de máxima seguridad, actualmente espacio protegido; la pequeña playa de Balai, la Cala Lupo y, entre otras joyas de la naturaleza, la playa Pelosa.
Pero, como todo, el día llegó a su fin y me tocó emprender el regreso, decir <<a presto>> al mar y volver a Sassari. De camino me dediqué a mirar las fotos y a enseñárselas a mis <<compas>> italianas de los pueblos del interior y, por supuesto, a mi familia española.
Admito que la excursión me sirvió para poner un pequeño paréntesis a la rutina <<desayuno-trabajo-casa-supermercado-correr-casa-dormir>> que yo misma había forjado durante semanas. Porque nadie nos lo dice, pero la comodidad puede llegar a ser, además de aburrida, muy tóxica, y eso a lo que llaman <<zona de confort>> se parece demasiado a un faro desde el que ver las cosas ir y venir sólo para dar cuenta de ellas... nunca para vivirlas.
Desde el sábado me siento más enérgica y motivada, con ganas de seguir ordenando y reubicando mis pensamientos respecto a la experiencia que estoy viviendo; de aprender historia medieval, moderna, contemporánea... Historia, en general (y todas las maneras posibles de comprender el mundo que lleva implícita la profesión). Por eso, creo que a partir de ahora no dejaré de arañar horas al reloj para hacer este tipo de planes; no porque considere me los merezca más o menos, sino porque, simplemente, he asimilado que para poder sacar partido a las rutinas primero debemos encontrar el modo, el mejor modo, de romperlas.
Por elección, sí, pero sobre todo por necesidad.
[día -61 ó 23 de octubre de 2017].
Nota: para redactar este post he recopilado información de los siguientes sitios web:
https://www.sardegnaturismo.it/es/explora/basilica-de-san-gavino